Historia del vestido de novia

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Blanco, marfil, beige, champán… ¿Te has preguntado alguna vez en qué momento surgió el vestido de novia como tal? Y es que cuando pensamos en una novia, lo primero que nos viene a la cabeza es su vestido de un blanco resplandeciente o, como mínimo un blanco roto o alguna de sus distintas tonalidades. Lo que no sabes es que nuestras antecesoras optaban por otros colores para su Wedding Outfit y que, de hecho, el color lo escogían en función de aquello que simbolizaba. 

Hoy queremos hablarte un poquito de la historia del vestido de novia y de cómo esta prenda ha ido cambiando con el paso de las épocas, a medida que llegaban nuevas costumbres a nuestras vidas.

Hoy en día vemos a muchas novias vestidas de blanco, pero antiguamente no era así, y es que, al igual que las bodas, el vestido de novia ha ido evolucionando a lo largo de los años, hasta que el color por excelencia se ha convertido en aquel precioso blanco con el que todas soñamos vestir algún día. Antes de que se extendiera la tradición del blanco, las mujeres elegían el color de su vestido de acuerdo con creencias infundadas sobre la relación que tendría con el destino del matrimonio; como el azul que simbolizaba el amor verdadero.

En la Edad Media, cualquier atuendo servía para contraer matrimonio, pero lo más habitual era utilizar túnicas y colores vivos. Más adelante, en la época del Renacimiento, la nobleza se engalanaba con la moda del momento: vestidos ostentosos confeccionados con oro y plata. Mientras que las mujeres más humildes estrenaban un vestido nuevo que, después, les serviría para utilizarlo en sus quehaceres diarios.

No fue hasta la época victoriana, cuando la Reina Victoria de Inglaterra enamoró a todos al llegar a su boda con un impresionante vestido blanco, con sutiles bordados en oro. Fue entonces cuando se extendió la moda del blanco. Todas las damas de la alta sociedad empezaron a lucir preciosos trajes similares, en honor a esta elección. 

Se debe considerar que la religión, especialmente el catolicismo, asocia este color con la pureza del alma y la inocencia de la infancia, así como con la virginidad de la mujer, lo que le da a esta tonalidad un gran valor moral.

Llegados ya al siglo XXI, las tendencias empezaron a cambiar y muchas mujeres empezaron a ser más atrevidas, tanto con el color como con el estilo de su atuendo nupcial, aunque el blanco sigue siendo el color por excelencia entre las novias.

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